Hace ya algunos años que los organismos europeos vienen alertando de una preocupante tendencia alzista de los delitos de odio. El crecimiento de los últimos años y la infradenuncia detectada hacen prever que será una de las tipologías penales que más repuntará en los próximos años. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado están trabajando tanto en su erradicación como en el contacto continuo con el tejido asociativo para atender a las víctimas. Por el momento, en Burgos estas conductas son residuales.
Desde hace cinco años no se supera la quincena de denuncias. En 2022, se produjo incluso un ligero descenso y la provincia es la tercera con la tasa más baja de toda España, según el último informe elaborado por el Ministerio del Interior.
Dicha estadística muestra que durante el último año se conocieron diez casos de delitos de odio en Burgos, tres menos que en el ejercicio anterior. Seis de estas denuncias fueron por racismo y xenofobia, la conducta más extendida tanto en la provincia como en toda la Comunidad. Hubo además episodios aislados de insultos por ideología, por antisemitismo (concretamente las pintadas aparecidas en Castrillo Mota de Judíos) y también de discriminación por enfermedad.
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