Diario de Burgos

Las entidades sociales sufren para captar jóvenes en Miranda

ARSENIO BESGA / Miranda
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Cruz Roja desea ganar inscritos para garantizarse el futuro y «no cerrar ningún programa». En Cáritas advierten de que este perfil «son más bien colaboradores, no personas que estén de forma indefinida»

Lucía Villa colabora con el programa de apoyo a las personas refugiadas. - Foto: A.B.

Las entidades sociales de Miranda llevan a cabo una labor que, aunque en ocasiones pasa desapercibida, resulta esencial para apoyar a personas refugiadas, ciudadanos sin recursos o individuos que requieren mecanismos para integrarse en el municipio del norte de Burgos. Para ello estas agrupaciones necesitan contar con un amplio cuerpo de voluntarios, pero no siempre es fácil encontrarlos. De hecho, los principales colectivos de la ciudad reconocen que les está costando bastante captar ayudantes desinteresados, sobre todo, jóvenes que ya hayan superado los 20 años.

La presidenta de Cruz Roja en Miranda, Rebeca Albendea, explica que «esta es una asociación bastante madura, con una media de edad superior a los 40 años, y al final mucha gente jubilada tiene más tiempo, pero nos gustaría abrirla a gente más joven». Ahora mismo acaban de cambiar de técnico de voluntariado y trabajan para actualizar su base de datos porque «había mucha gente apuntada que ha cambiado de domicilio y o no tiene tiempo», de tal forma que calcula que habrá unos «50 efectivos, como mucho». 

Ante esta realidad, desde Cruz Roja ya trabajan para diseñar una campaña de «captación buena, publicitarlo o hacer charlas en otras asociaciones e institutos para volver a atraer gente». Albendea reconoce que «es muy difícil» determinar un número de voluntarios deseable, aunque describe que este mecanismo para buscar nuevos participantes tendrá como «objetivo que por lo menos no haya que cerrar ningún programa o proyecto, porque hay varios en marcha y se acaba de empezar con el de empleo, por ejemplo». 

En Cáritas también necesitan incorporar a más ciudadanos pues, aunque dicen contar con «gente de todas las edades», desde su punto de vista «siempre hacen falta, eso tiene que quedar claro porque igual hay quienes están un tiempo y luego no pueden seguir, entonces, tener un voluntariado fuerte es importante para asistir a todas las familias o personas que tenemos». Así lo comenta Esther Díaz, una de las responsables de esta entidad social en Miranda, quien advierte de que, precisamente, resulta muy complicado encontrar a personas de entre 20 y 35 años que se muestren verdaderamente comprometidas en el medio plazo.

En este sentido, Díaz apunta que «si son jóvenes que tienen trabajo estable aquí, muy bien, pero suelen estar estudiando y vienen más en verano, por lo que son más bien colaboradores, no personas que estén de forma indefinida porque pocos tienen su futuro claro, así que luego no pueden comprometerse tampoco porque dependen del trabajo que les pueda surgir».

Cáritas ha notado esa tendencia, sobre todo, entre aquellos mirandeses que están completando sus estudios superiores y tratan de incorporarse al mercado laboral, algo que también perciben desde la Plataforma Mirandesa del Voluntariado. Su presidente, Francisco Delgado, apunta que en su caso tienen «un goteo de gente que entra y sale, pero habrá unos 30 participantes como tal». El perfil de inscritos que detecta, sobre todo, se centra en «gente bastante joven o más bien mayores», pero añade que los de menor edad «desaparecerán en cuanto tengan obligaciones laborales o familiares». De ahí que este colectivo pretenda «fomentar la actividad en los colegios, aunque hay otro problema y es que el 80% de los chavales que empiezan a ser voluntarios luego salen a estudiar fuera».

En la Plataforma Mirandesa del Voluntariado consideran que una de las claves para captar a nuevos miembros pasa por realizar actividades «para que la gente conozca que hay estas cosas». A modo de ejemplo, Delgado describe que «aparecen más personas cuando se dan más servicios, por ejemplo, a través del curso de manejo de desfibrilador». La idea de acercar estos colectivos sociales a la población, y en particular a los más jóvenes, para que descubran su existencia también ha calado en Cruz Roja. Sobre ello, su presidenta en Miranda adelanta que «es probable que se hagan jornadas de puertas abiertas para que lo conozcan, porque mucha gente solo sabe de la asociación el tema de las ambulancias».

LUCÍA VILLA | Voluntaria de Cruz Roja

«Me gusta pensar que lo que hago mejora la vida de la comunidad»

Lucía Villa llegó a Miranda hace menos de dos años y buscó orientación en la sede de Cruz Roja. Pero donde solo buscaba orientación, encontró una vocación. Según cuenta esta palentina de 25 años, desembarcó en la ciudad del Ebro sin conocer prácticamente nada y en esta entidad social le ofrecieron participar como voluntaria en su programa de refugiados. No lo dudó, se apuntó y descubrió que enseñar «talleres dinámicos de cuidado del medioambiente, de igualdad de género, de idiomas, de gestión emocional o de cuestiones culturales» a personas inmigrantes «es algo que llena mucho».

La idea de ayudar a sus convecinos no le ha surgido de repente, en realidad, puesto que está preparándose para optar a una plaza de maestra y reconoce que siempre ha intentado involucrarse «socialmente». De hecho, recalca que esa es su verdadera «vocación», la de estar junto a quienes necesitan un hombro amable en el que apoyarse. En este sentido, comenta que en el programa de Cruz Roja en el que participa como voluntaria percibe que los usuarios «vienen en situaciones que no son fáciles, pero al llegar están muy contentos y se genera muy buen feedback, te queda un buen sabor de boca».

Si bien es cierto que a veces se siente «un poco saturada» por el resto de compromisos laborales y académicos, ella se queda con lo bueno y asegura que le «gusta pensar» que lo que hace «mejora la vida de la comunidad».

Eso sí, esta joven es consciente de que no todos tienen esa mentalidad.Según cree, su generación está «un poco dividida», entre quienes «participan» y «otros que igual son un poco más egoístas, porque ven el voluntariado como un sacrificio, pero una vez que lo conoces entiendes que ayuda a sentirte feliz». Lucía recuerda que «todo el mundo tiene una hora y media a la semana» y añade que, además, «hay muchas formas de hacer voluntariado o millones de asociaciones que también te pueden llenar». Por eso considera que basta con que los de su 'quinta' «cambien el chip», den un paso al frente y ayuden a que entidades comoCruz Roja sigan desarrollando su trascendental labor.