Diario de Burgos

Ángeles con placa y mucho conocimiento

I.M.L. / Aranda
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Tres policías de Aranda logran la medalla al mérito por salvar la vida a un bebé y un anciano. Su rápida actuación fue clave para este resultado

Rebeca Valiente y su compañero Adrián Ibáñez, y Jorge Sánchez son de los nuevos agentes de la Policía Local en Aranda. - Foto: I.M.L.

Vestir un uniforme policial conlleva una responsabilidad, pero son los conocimientos de cada agente y la sangre fría lo que les confiere una forma de actuar en las situaciones límite. Este año, entre la plantilla de la Policía Local de Aranda de Duero hay tres agentes a los que una intervención les ha valido lograr una medalla al mérito policial. Los tres tienen en común, además del uniforme, ser de las últimas incorporaciones al cuerpo arandino, hace dos años Rebeca Valiente y uno Adrián Ibáñez y Jorge Sánchez, y contar con conocimientos previos que les sirvieron para conseguir el éxito en las actuaciones que les han valido este reconocimiento.

Y no es para menos, porque los tres pueden estar orgullosos de haber salvado una vida. En el caso de Rebeca Valiente Tejedor y Adrián Ibáñez Plaza no olvidarán el 5 de julio, cuando recuperaron a un hombre de casi 90 años que se encontraba inconsciente. «Estábamos cerca de comisaría y nos entró el aviso de que había un hombre en parada cardiaca», relata Rebeca Valiente, con tan buena suerte de que el hombre estaba «a dos o tres minutos» de la sede policial. «Yo eché a correr hacia el lugar y Adrián fue a por el DESA», continúa el relato, refiriéndose al desfibrilador portátil de la comisaría. «Me encontré a un hombre con la cara morada, sin constantes vitales y le abrí la camisa para practicarle una RCP», explica Valiente, mientras que Adrián Ibáñez añade que «justo sacamos el DESA de la mochila y cuando íbamos a sacar las almohadillas del precinto empezó a toser». 

Así que la segunda RCP que hacía Rebeca Valiente en su vida logró un resultado feliz. «No deja de ser un masaje cardiaco, que es más fácil porque estoy acostumbrada a tocar fisionomía humana», reconoce la agente, ya que antes de vestir el uniforme en Aranda ejerció como fisioterapeuta. «La gente ayudó mucho, retiró las sillas y demás de la terraza para hacer espacio, aunque la cuidadora estaba muy nerviosa», recuerda Ibáñez. «Le trasladaron al HUBU y la familia nos dijo que había estado unos segundos muertos, antes de empezar la RCP», apunta Valiente.

La fecha clave para Jorge Sánchez fue el 15 de agosto, con un bebé de dos años como protagonista. Él estaba sólo en la sede policial, atendiendo la centralita, cuando «entró el aviso del 112 de un niño en parada, no había terminado de leerlo y llegaron los abuelos, así que salí corriendo, dejando al abuelo en la comisaría». También estaba muy cerca, casi en la acera de enfrente, y comprobó rápido la gravedad del caso. «Me encontré al niño parado, sin respiración, y se lo arrebaté a la madre de las manos y empecé a hacer la maniobra de Heimlich», explica su intervención Jorge Sánchez, al que no le tembló el pulso ante un cuerpo tan pequeño. «Yo tengo una niña de dos años, Alejandra, así que, nada más verle, actué, no fue hasta que volví a dependencias que pensé en lo que había pasado y lo grave que podía haber sido», explica cómo su instinto paternal también ayudó en su actuación. «Ves a una persona que puede perder la vida y no te paras a pensar, actúas y ya», confiesa Ibáñez que, además de la formación policial continua que les ofrecen en Aranda, ya venía con conocimientos de socorrismo, igual que Adrián Ibáñez.

Más allá de la medalla al mérito, los tres tienen una cosa más en común: para ellos pesa más saber que hay una persona viva gracias a su labor que esta condecoración.

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