Diario de Burgos

De mayor quiero ser sacristana

S.F.L. / Briviesca
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La nonagenaria Raquel Ojeda, conocida en Terminón como Milde, se encarga de limpiar la iglesia prácticamente a diario, mostrarla a los visitantes, tocar la campana cuando se oficia misa y ayudar al párroco

Siempre acompañada de su bastón, Milde acude casi todos los días a limpiar el templo de Terminón y a comprobar que todo se mantiene en orden. - Foto: S.F.L.

A sus 90 años recién cumplidos, Raquel Ojeda, conocida en Terminón como Milde, goza de un buen estado de salud y de una memoria prodigiosa. Las ganas de vivir hacen que cada mañana se levante -no demasiado pronto- desayune, se ponga guapa y visite a su virgen, la Natividad de Nuestra Señora. Unos cien metros separan su casa -la amarilla, la más lucida de la plaza- de la iglesia y no hay fenómeno atmosférico ni compromiso pendiente que le impidan acudir a diario para comprobar que todo está en orden. La guardiana del patrimonio espiritual hace la ronda, barre el suelo de mosaico con escoba, pero no lo friega, quita el polvo de los bancos, altar y retablo y no deja un espacio libre de ambientador. Porque le gusta que huela bien al entrar. Tampoco se le resiste ninguna tela de araña y en ocasiones emplea su cachaba para retirarlas de las paredes. 

Ella abre y cierra la iglesia, preparar los objetos sagrados necesarios para la celebración litúrgica, así como las velas o el incienso, y se encarga de tocar la campana que anuncia la misa. Una cuerda se desliza desde la parte superior del templo hasta abajo y con garra, mucha garra, tira de ella. «Así mantengo mis brazos fuertes», comenta entre risas mientras zarandea el sistema. También está pendiente del orden y la limpieza de la sacristía, colocando los ropajes del párroco y cuidando de que se conserven en las mejores condiciones.

No hay nadie en el pueblo que dedique tanto tiempo a la iglesia como Milde. Tuvo que esperar a jubilarse con 62 años para ganarse el título de sacristana, un deseo que rondó por su cabeza toda la vida y que cumplió al dejar su vida en Bilbao. Su avanzada edad le impide pasar temporadas tan largas como antaño en el Valle de Caderechas, pero los meses que se establece junto a su hermana los disfruta al máximo. Reconoce que la presencia de humedades le «trastoca un poco el sueño» y teme que el rico patrimonio que allí descansa se dañe. Por ello, cada pocos meses renueva los humificadores que coloca desde hace años alrededor de las gruesas paredes de piedra. «Mira cómo se llenan de agua», declara mientras los señala con el bastón.   

Al ser la historia viva no solo de Terminón, sino del resto de localidades cercanas por sus años, tener una cabeza que nunca deja de pensar y haber pasado infinidad de horas con los jesuitas en Oña y con los párrocos en el pueblo se planteó la posibilidad de transmitir sus conocimientos sobre el templo a los visitantes. Son muchos los que muestran interés en contemplarlo de puertas para adentro y aquellos que quieran beber de una fuente autorizada deben acercarse a las inmediaciones del inmueble o bien tocar la puerta de su vivienda. Cuenta con cantidad de datos, fechas y anécdotas que aprendió del ya fallecido sacerdote Jesús Palma, que solo desvelará si el encuentro lo requiere. El viaje en el tiempo capitaneado por Milde será, sin duda, toda una 'experiencia religiosa'.