Diario de Burgos

Las casas rurales ya rozan el lleno para Sonorama Ribera

L. NÚÑEZ / Aranda
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En el sector constatan que apenas quedan alojamientos en un radio de 15 kilómetros para los días del festival y subrayan que el impacto de estos visitantes va más allá dado que suelen volver durante el año

Las casas rurales ya rozan el lleno para Sonorama Ribera - Foto: Valdivielso

Las casas rurales de la Ribera del Duero afrontan un verano de altibajos. Junio se presenta "bastante bien", julio por ahora está "muy flojo" y en agosto la inmensa mayoría de los alojamientos ya rozan el lleno, gracias sobre todo al tirón que ejerce el festival Sonorama Ribera. Es el panorama que dibuja Ana Belén Velasco, secretaria de Acriduero, una asociación que agrupa a casas rurales y apartamentos turísticos ubicados en Aranda y en diversas localidades como Villanueva de Gumiel, Zazuar, Tubilla del Lago, Espinosa de Cervera o Nava de Roa, entre otras muchas.

"Lo cierto es que la gente que quiere venir al festival nos sigue llamando" aunque ya está todo prácticamente reservado, apunta Velasco, al tiempo que precisa que en un radio de unos 15 kilómetros en torno a Aranda no quedan habitaciones. Y eso que todavía faltan más de dos meses para que se celebre la edición número 27, que tendrá lugar del 7 al 11 de agosto.

En principio, los festivaleros prefieren alojarse en la capital ribereña para no tener que coger el coche después de los conciertos y porque el servicio de taxis resulta limitado. Sin embargo, los hoteles están llenos desde el verano pasado (en cuanto se acabó el festival de 2023 muchos dejaron hecha su reserva para este verano) y encontrar un piso en alquiler a estas alturas supone una misión casi imposible. De hecho, en muchas inmobiliarias cuentan con una lista de espera con al menos medio centenar de inscritos. Y eso que los precios suben... y mucho. Hasta el punto de que por una vivienda de tres o cuatro habitaciones se pueden llegar a pagar entre 1.500 y 1.800 euros. Así que, a medida que se han agotado estas opciones, han aumentado las reservas en las casas rurales de los pueblos de la comarca. "En Villanueva de Gumiel, Vadocondes, Zazuar o Gumiel de Izán ya está todo reservado. Por lo menos, la gente se asegura un alojamiento", subraya Velasco.

En su caso concreto, ella tiene ocupada una de sus casas rurales con un grupo de amigos que se quedarán durante toda esa semana de agosto y "aprovecharán para hacer turismo". Y es que, como remarca la secretaria de Acriduero, "la repercusión de Sonorama Ribera es muy importante. Se conoce a Aranda por el vino y el lechazo asado pero, sobre todo, por el festival". De hecho, Velasco sostiene que este evento, que el año pasado congregó a unos 150.000 asistentes (sumando la afluencia de todas las jornadas), actúa como un revulsivo económico: "No es sólo la gente que se aloja esos días, sino también lo que genera el resto del año". En esta misma línea, en algunas agencias de viajes constatan que buena parte de estos asistentes suelen regresar a Aranda en otro momento del año con más calma para conocer el patrimonio de la ciudad, ya que con el trajín del festival no les queda tiempo para descubrirlo.

Así las cosas, Velasco precisa que ahora mismo la ocupación en las casas rurales supera el 90% en agosto. Eso sí, no sólo influye Sonorama Ribera. También hay alojamientos reservados por veraneantes que acuden a los pueblos para disfrutar de las fiestas o de unos días de vacaciones, pero que no tienen vivienda propia. A ello se suma la demanda de habitaciones por parte de empresas agrícolas. Más concretamente, las que se dedican a la recogida de las cebollas.

Apenas un 20%. Este panorama contrasta con el de julio, que apenas registra un 20% de ocupación. Velasco admite que "siempre ha sido un mes más flojo porque la gente se suele ir a la playa o aprovecha para hacer otro tipo de viajes". Así que, una vez más, las reservas resultan minoritarias en la Ribera. Nada que ver con junio, con un 80% lleno, gracias a bodas y comuniones. Mientras, en lo que va de año, se salvan abril y mayo, ya que marzo estuvo "flojo" y en enero y febrero un porcentaje notable de alojamientos permanecieron cerrados.