Diario de Burgos

La cómica que colgó la toga

ALMUDENA SANZ
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Laura del Val dejó su empleo en un destacado bufete para subirse a un escenario. 'De Burgos también se sale' es su primer espectáculo en solitario. Aspira a convertirse en la próxima pregonera de su ciudad

Laura del Val está empeñada en que en los locales burgaleses se haga más el humor y coordinará un ciclo de cómicos en el Golden Garden hasta mayo. - Foto: Adriana Romero

De pequeña era una niña muy inquieta y muy creativa, jugaba al fútbol y le encantaba inventar sus historias, pero cuando tocó decidir qué ser en la vida, eligió la rectitud y se decantó por Derecho. Las salidas laborales mandaban en las familias de los noventa. Estudió en Valladolid, se hizo un Erasmus en Italia, levantó su título, completó su formación con un posgrado de Ciencias Políticas en Relaciones Internacionales en Madrid y aquí consiguió un buen empleo en un prestigioso bufete de abogados. Nada hacía presagiar que Laura del Val (Burgos, 1985), ya treintañera, colgaría la toga para subirse a un escenario y empezar su camino en el mundo del humor. El pasado mes de diciembre estrenó su primer espectáculo largo en solitario: De Burgos también se sale. Con todo el cariño a su tierra. 

El destino, la amistad y un bache emocional empujaron a esta joven burgalesa, que se fue a Madrid para un par de años y ya lleva 11, a abandonar un trabajo estable, un más que buen sueldo y un futuro prometedor por un creciente puñado de aplausos y de carcajadas. En 2017, por su cumpleaños, sus amigas le regalaron un curso de monólogo (stand up). «Me picó la curiosidad. Lo probé. Me gustó. También me sirvió mucho como terapia». 

Descubrió que había vida más allá del despacho. Dos años después de iniciar ese flirteo con el humor comenzó a dedicarle más atención. Primero solo como afición. «Me fui enganchando cada vez más». Y en noviembre de 2019 montó con una compañera un micro abierto en El Fotomatón de Madrid. La aventura duró poco. El coronavirus la cortó en seco tres meses después. «La pandemia fue para mí un punto de inflexión, como para muchos. Ya no me imaginaba toda la vida trabajando como abogada en movilidad internacional, que me hacía estar estresada todo el día, y me provocaba tics en el ojo... Quería probar realmente esto de la comedia, que era lo que realmente me gustaba». 

Con este propósito, cual hormiguita, durante 2020 y 2021 se afanó en exprimir la toga para ahorrar mucho y pedir una excedencia. La solicitó en junio de 2021. Tenía que haber vuelto en junio de 2022. No lo hizo. Lo apostó todo a la comedia y al guion (ha estado en No es un día cualquiera de RNE y El Intermedio de La Sexta y ha pasado por Cuerpos Especiales, de Europa FM). 

Cambió una carrera consolidada por un camino incipiente, un tocar puertas sin respuesta, pero también una ilusión, que pronto cristalizó. En agosto de 2021 tenía su primer espectáculo largo, De Comunion, con una colega, Patri Muñoz. 

«Fue un año muy bonito, de probar y de lanzarme. He vivido un año como si fueran cinco. El mundo de la comedia es complicado, todo lo artístico lo es, y cuesta que apuesten por ti, aunque luego es muy agradecido. La gente cada vez consume más y el público es muy fiel», se explaya al tiempo que espanta cualquier queja. Asegura no tener motivos para lamentos. Ahora mismo es cómica residente en El Golfo Comedy, otro de los locales madrileños referentes, donde el pasado diciembre estrenó De Burgos también se sale, en el que da la vuelta a típicos y tópicos. 

«Mi humor es muy observacional y muy ficcionado. Muchas de las historias que cuento no me han ocurrido en la vida real», advierte y detalla que esa hora de monólogo se articula en tres bloques: uno primero con su historia; uno segundo, con una bicicleta en el papel principal; y un tercero, en el que expone su teoría de que no es hija única y cree tener una hermana. ¿Quién es? Solo desvela que es una famosa. 

Transita la chica que por culpa de la crisis de 2008 tuvo que salir de su ciudad muy a su pesar para buscarse la vida, la cómica empeñada en que Burgos se conozca «más allá del frío y del Cid Campeador», su condición de lesbiana en una urbe pequeña, el giro de guion que provocó dejar la abogacía para dedicarse a la comedia sin ningún antecedente familiar al que agarrarse... 

¿Cómo cayó en casa esta decisión? «Fue como salir del armario dos veces», suelta divertida. «Fue un shock total para mis padres, pero yo los entendí. Ponen sus expectativas en mí y, de repente, este cambio radical. Les ha costado, pero ahora están muy felices», completa y agrega que ese apoyo también lo ha tenido fuera. «Muchos me llaman valiente por haber luchado por mis sueños. Es verdad que estamos adormilados, que hay mucho ruido y miedos alrededor», reflexiona y reconoce que cuando en sus espectáculos dice que es abogada algún gesto sí cambia. «Ojo, que esta es lista, no es un bufón.

La realidad es que la mayoría de mis compañeros son universitarios. Al artista aún no se le reconoce igual que a un ingeniero o un médico, cuando al final el humor es lo que mueve el mundo. La gente busca reírse». 

Y ahí se puede encontrar a Laura del Val. Sin cortapisas ni censuras. «Se puede hacer humor con todo. Al final, depende de los ojos de quien lo recibe. Lo que no es lógico es que haya compañeros que por hacer chistes lleguen a la Audiencia Nacional. La sociedad está en un momento muy susceptible», desarrolla sin olvidar que, a veces, también hay que saber pisar el freno: «No estamos para machacar a nadie. La empatía debe ser por ambas partes». 

Debajo del escenario se ve como el tipo de espectadora que no querría tener. «Soy el peor público. Me río muy para adentro. Somos de Burgos, somos castellanos, nos cuesta soltar emociones, y me he criado en un colegio católico», se excusa y confiesa que le hace gracia el humor absurdo, irónico y sarcástico. Y se rinde ante quien se atreve con el negro. 

Su objetivo para este 2023 es convertirse en pregonera de las fiestas de Burgos. Daniel de la Rosa ya lo sabe. Pero aún no le ha arrancado el sí. También le pide que la contrate. A ella y a más mujeres cómicas. «Estamos en desventaja, como en otros ámbitos laborales».

Este sueño más inmediato se suma a otros más fuertes, como llenar teatros y, «aunque suene muy flipado», llegar a ser un referente para las jóvenes que aspiran a ser cómicas. A ella le faltaron. 

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