La batalla judicial y comercial por el Queso de Burgos continúa viva y seguirá su proceso ante el Tribunal Supremo. Un error humano, una confusión en el registro de este órgano judicial, hizo creer a los queseros tradicionales que habían ganado el caso. Es más, el propio Tribunal declaró desierto el recurso por parte de la patronal láctea Fenil, pero el caso es que este sí se presentó en forma y plazo y el error ha sido enmendado. Tras este lapsus, los más de 20 años de contencioso judicial por este alimento tradicional seguirán sumando fallos y recursos.

Es un jarro de agua fría para quienes defienden la elaboración tradicional del Queso de Burgos, el ansiado triunfo de cinco pequeñas queserías locales frente a la gran industria láctea nacional, aunque consuela saber que la tramitación de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) continúa en marcha en Europa y algún día será una realidad.

Por el momento, un fallo de la Sala Tercera Contencioso-Administrativo del Supremo ha estimado el recurso de reposición presentado por la Federación Nacional de Industrias Lácteas (Fenil), rectifica así el decreto que lo declaró desierto y establece que la tramitación debe seguir su cauce.

La sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León recurrida daba la razón a los cinco productores artesanales agrupados en la Asociación de Fabricantes de Queso de Burgos (Afaquebur): Productos Lácteos Ovejero, productor de Briviesca; Lácteas Flor de Burgos, Lácteos Ruiz Angulo, Quesos de Sasamón, y Mantequería Las Nieves, que lo elabora en Espinosa de los Monteros.

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