Diario de Burgos

Los turmogos vuelven a casa

R.E.C. / Burgos
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Un año más, los vecinos del municipio de Olmillos de Sasamón, dirigidos por la compañía Ronco Teatro, se volcaron en la recreación de su IX Fiesta Celta para reivindicar sus orígenes e historia

En el torreón de la fortaleza culminó el evento con la presencia de nuevo de Einé junto a las druidas para hacer sus invocaciones. - Foto: Jesús J. Matías

Los cuentos populares que decoran este verano las casas de los vecinos de Olmillos de Sasamón se mezclaron ayer con la ornamentación celta que engalanaba sus calles y plazas y que anticipaba la representación que se llevó a cabo con motivo de la recreación de su Fiesta Celta, que este año ha cumplido su novena edición arropado por todo el pueblo y con una mayor afluencia de público y curiosos llegados desde otros puntos de la provincia.

Laia y Stena fueron las narradoras encargadas de poner voz y rostro a un pasaje de la historia del pueblo turmogo que los espectadores allí presentes estaban a punto de conocer, no sin antes explicar los orígenes de esta tribu celta, muy relacionada con el medio natural, que ya en el siglo IV antes de Cristo habitaba el cerro de Castarreño del municipio burgalés. 

Fue precisamente este vínculo con la naturaleza lo que propiciaba que cada año una mujer embarazada pasara tres días con sus tres noches sola en el campo para conseguir que las cosechas fuera fértiles. Esa mujer, considerada 'la elegida', fue Einé. Una ceremonia que los turmogos vieron alterada hace más de dos mil años por la llegada, con afán conquistador, de los romanos. Aunque, esta vez y como ya ha pasado en ediciones anteriores, los organizadores decidieron mantener el espíritu de concordia entre las dos civilizaciones, firmando la paz con el intercambio de téseras de hospitalidad.

No faltaron tampoco los guiños al estilo de vida del pueblo turmogo, dedicado a la agricultura, la ganadería y también a la artesanía. Y, por supuesto, a sus creencias, estrechamente relacionadas con la naturaleza y que regían su actividad, venerando así al dios Lugh, deidad de la tierra, artes y oficios; y a las Matres, divinidades de la fertilidad y protectoras de las mujeres. Éstas fueron las claras protagonistas de la fiesta, no sólo por su abrumadora presencia escénica en comparación con los hombres, sino también por un discurso donde se destacó y alabó su fortaleza.

Este es el argumento sobre el que gira la Fiesta Celta que desde el año 2013 se representa en la localidad el sábado anterior a sus fiestas patronales de la Virgen de la Asunción y San Roque donde a pesar del calor presente durante todo el día, el tiempo acompañó con la puesta de sol y regaló a los más de un centenar de asistentes una tarde apacible donde sólo hizo falta el uso de la chaqueta en la última parte de la escenificación, ya en el Castillo.

La iglesia de la Asunción fue hasta en dos ocasiones el escenario elegido para acoger dos episodios de la historia, entre ellos, el del inicio por parte de las dos narradoras de la recreación. A partir de ahí, la representación itinerante se trasladó hasta las calles Cantarranas y Preciados, el matadero y la zona del lavadero y la emblemática plaza de la fortaleza del municipio.

Esta recreación cultural ha sido posible gracias a la organización que ha llevado a cabo la Asociación Cultural y Gastronómica Los Turmogos, con la colaboración de otros colectivos y de la junta vecinal. En total, medio centenar de vecinos y, sobre todo, vecinas se encargaron, con la caída ya del sol, de dar vida a los personajes que recrearon este espectáculo bajo la dirección artística de Andrés García, de Ronco Teatro, y del historiador y experto en el pasado de Olmillos, Isaac Rilova. 

Suyos son los datos históricos, apoyados en los hallazgos que cada año salen a la luz tras las campañas arqueológicas que se realizan en el cerro, con los que la compañía realiza la teatralización de la vida de este asentamiento de origen celtíbero y el conflicto que tuvieron con los conquistadores romanos.

Con esta representación, Olmillos pretende, un año más, ayudar a valorar su patrimonio y mejorar el conocimiento de su historia entre vecinos y veraneantes, además de promocionar la comarca de Odra-Pisuerga.