Diario de Burgos

Las bombas olvidadas

A.C. / Medina de Pomar
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El libro 'Viento fuerte del norte' saca a la luz los desconocidos bombardeos italianos en 1937 sobre 30 lugares de Las Encartaciones, Cantabria y Merindades, como Corconte, Soncillo, Virtus, el Valle de Mena, Villasante y Bercedo

El libro incluye numerosas fotografías tomadas desde el aire, como la del bombardeo de Villasana de Mena o el bosque ubicado entre Cilleruelo de Bezana y Virtus. - Foto: A.C.

El gran público conoce el bombardeo de la Legión Cóndor alemana sobre Gernika, pero la Aviación Legionaria Italiana de Mussolini, compuesta por 750 aeronaves, fue la más numerosa en la Guerra Civil entre las extranjeras, y lo que pocos sabían hasta ahora es que también bombardearon Las Merindades. Javier de la Colina Aranceta, su padre, Javier de la Colina Menéndez, y Fernando Obregón Goyarrola acaban de publicar Viento fuerte del norte, un libro donde recogen una ardua investigación y descubren con datos, documentos y fotografías los desconocidos ataques aéreos sobre 30 emplazamientos de las comarcas de Las Encartaciones (Bizkaia), Merindades y Cantabria, el Frente Norte.

Nunca antes se había escrito sobre las bombas italianas que cayeron en el entorno del balneario de Corconte, Soncillo, Virtus, Villasante, Bercedo y el Valle de Mena. En Viento fuerte del norte se ofrecen datos de todos los ataques y se identifican a sus víctimas con nombres e incluso historias que algunos coetáneos o familiares aún recuerdan. El libro no es una historia de cifras, sino de personas, insiste Javier de la Colina Aranceta.

Cómo llegó a sus manos toda la información se explica con la decisión de las Juntas Generales de Bizkaia de enviar a Roma a varios investigadores para que, con motivo del 80 aniversario de la Guerra Civil, recogieran información sobre la presencia italiana en el Frente Norte. Comenzó con la ofensiva sobre Bizkaia el 31 de marzo de 1937 y acabó el 21 de octubre de ese año. Pero en Las Merindades, la aviación italiana actuó desde junio hasta la toma de Santander el 26 de agosto, día en el que cesaron todas las incursiones por el aire.

Los tres coautores de 'Viento fuerte del norte'. Los tres coautores de 'Viento fuerte del norte'. - Foto: DB

Aquellos investigadores trajeron multitud de documentos hasta el Museo de Avellaneda, ubicado en la sede de la Casa de Juntas de Las Encartaciones. De la Colina Aranceta investigó 11.500 de esos archivos relativos a la Aviación Legionaria de Mussolini. Le llamaron la atención bombardeos de los que nunca había leído nada, o que incluso habían sido citados por error como obra del ejército alemán.
Fue entonces cuando le propuso al reconocido investigador cántabro, Fernando Obregón, que «le pusiera alma a toda esa información». «Yo tenía muchos datos y fotos inéditas, pero Fernando Obregón les dio sentido, porque ya había escrito con nombres, fechas y lugares sobre los fallecidos en algunos de los bombardeos en Merindades», aunque no contaba con los detalles de los nuevos documentos. Incluso desconocía los bombardeos de Virtus, Ontaneda o Villasana de Mena.

Aitor Miñambres Amezaga, director del Museo Memorial del Cinturón de Hierro, y prologuista del libro, afirma que «la guerra aérea moderna fue la gran novedad tecnológica por la que se distinguió la contienda». «Fue la gran amenaza a la que hubo de enfrentarse el bando gubernamental (republicano), que intentó, sobre la marcha defenderse de ella», añade. A su juicio, «uno de los retos más fascinantes a los que se puede enfrentar el investigador de la Guerra Civil española es el del estudio de la guerra aérea» y en Viento fuerte del norte, los autores «lo han concluido Cum Laude».

Falsos objetivos. El libro de 400 páginas deja al lector que saque sus conclusiones. «Damos datos de una forma amena, pero no analizamos la finalidad ni el objeto de los bombardeos», sostiene el portavoz de los autores. Detrás de ellos estaba el jefe de la Aviación Italiana, Ettore Bastico, que llegó a mariscal, y quien tomaba las decisiones con el general Alfredo Kindelan, considerado el fundador del Ejército del Aire español.

En ocasiones, las bombas caían sobre puentes, pero no los llegaban a derribar, al igual que otros puntos estratégicos. Eran los llamados «falsos objetivos, «quizás pensando que después iban a ocupar esos territorios», opina De la Colina. Desde el aeródromo de Villarcayo, aún reconocido como Campo de Aviación y que se habilitó tras la toma de Bilbao, partieron muchos cazas. Otros bombarderos salían de la localidad palentina de Saldaña y los más modernos de Soria. El libro, que se puede adquirir en Medina, Villarcayo y Villasana de Mena, ofrece datos de todos los aviones que salieron de las instalaciones cercanas al Soto villarcayés.

Investigadores sin tregua. De los tres coautores de Viento fuerte del norte, el más prolífico es el historiador Fernando Obregón Goyarrola, que desde Guerra Civil y posguerra en el Valle de Villaescusa, ha escrito una veintena de libros sobre las comarcas y valles de Cantabria, y el norte de Burgos. Concretamente, en 2014 publicó República, Guerra Civil y Posguerra en Espinosa de los Monteros, y Las Merindades de Montija, Sotoscueva y Valdeporres (1931-1950). 

En cambio, para Javier de la Colina Aranceta se trata de su tercera publicación, después de editar la memoria histórica de Sopuerta y El informe Soraluce (2022), obra que se basa en un informe mecanografiado hallado en un desván sobre José Luis Soraluce Irastorza, capitán del Estado Mayor franquista y que fue el vasco que mayor rango militar llegó a tener.

Según explica, «fue detenido tres veces, primero por los rojos, después por los separatistas o el Gobierno vasco y la tercera vez por los nacionales, los suyos». Como en otras ocasiones, en Viento fuerte del norte ha colaborado también su padre, Javier de la Colina Menéndez, con quien comparte «la pasión por la historia» y la profesión de farmacéutico.