Diario de Burgos

«Queremos demostrar que la lana de oveja es rentable»

Jaime Sánchez Cuéllar
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El G.O. Sebastiana quiere revalorizar la lana de la raza castellana con un modelo de procesado local que evite transformar el producto en otros países

«Queremos demostrar que la lana de oveja es rentable»

Juan Antonio García es el responsable de la ganadería El Navazo, de Arroyo de Cuéllar, en Segovia, y uno de los impulsores del proyecto del Grupo Operativo Sebastiana. Esta iniciativa busca revalorizar la lana de oveja de raza castellana y mejorar su rentabilidad mediante la creación de un centro de transformación a pequeña escala, pero con todas las fases del procesado: esquileo, lavado, peinado, cardado e, incluso, tintado. 

A partir de los años 70 y 80 la lana comienza a perder su valor. Entre otros motivos, porque la mejora genética se enfoca a la producción lechera y cárnica, olvidándose de recurso, que se convierte en un subproducto y pasa a tener incluso un coste para las granjas. En el camino, prácticamente ha desaparecido la industria y también el conocimiento cultural sobre este proceso milenario. Hasta tal punto que la mejor lana que Juan Antonio García obtuvo de sus ovejas el año pasado se lavó en Portugal y se peinó y se cardó en Francia para, finalmente, retornar a España en forma de ovillo. 

«Logísticamente es costosísimo, por eso queremos demostrar al resto de ganaderos que la lana de oveja puede ser rentable, que se puede valorizar la lana apostando por la calidad y con proyectos a pequeña escala que se puedan replicar en otras comunidades para aportar rentabilidad al sector primario», asegura el ganadero. 

«Queremos demostrar que la lana de oveja es rentable»
«Queremos demostrar que la lana de oveja es rentable» La curiosidad.

El proyecto Sebastiana, financiado con fondos Next Generation provenientes de la Unión Europea, surge de la curiosidad al observar que la lana de algunas ovejas castellanas se asemeja en calidad a la raza merina, la más prestigiosa en este sentido. «Nunca habíamos hecho caso a la lana, pero hace cuatro años vimos que los hilos tenían cualidades y fue cuando decidimos ponernos a investigar junto con Javier y Esther, de la empresa dLana, y ahí empezó un poco todo».

Analizan el producto. Los resultados confirman la primera impresión. Esquilan, lavan y cardan. Venden los ovillos en países como Corea, Japón y Canadá y los clientes respaldan la calidad. «En el mercado no hay solo lanas merinas y hemos demostrado que la lana castellana es superior a muchas lanas que se importan de otros países», subraya. 

Otras organizaciones se involucran en el proyecto, como la asociación ANCA de criadores de raza castellana o el centro de selección genética de ovino y caprino de Castilla y León (Ovigen) para trabajar en las mejores prácticas y en la investigación genética. Hay que tener en cuenta, precisa el ganadero, que las razas lecheras tienen una lana más vasta que, no obstante, también puede tener su mercado para alfombras o bolsos. 

¿Qué sería lo ideal? Que la oveja solo tuviese un parto al año, en junio, y hacer el esquilado en abril «cuando mayor esplendor tiene». «Que la oveja esté muy bien alimentada, que esté poco castigada por los partos, eso supondría menos parideras, menos trabajo y sacar la rentabilidad por la lana, pero eso ahora mismo no es posible, necesitamos producir corderos sí o sí, que es de lo que vivimos». La realidad es tozuda a veces.

Nueva Zelanda y Uruguay.

Juan Antonio García se fija en países como Nueva Zelanda o Uruguay, que sí han apostado por la lana. Por ejemplo, con técnicas de esquileo para sacar vellones de más calidad. «El vellón se trabaja en la mesa, se le quita la suciedad, las puntas quemadas y se clasifica por calidad antes de ir al lavadero».

El proyecto, que finaliza en 2025, tiene como hito principal levantar la planta de procesado junto a la ganadería de Juan Antonio García. «La idea es que el vellón entre por una puerta y el ovillo salga por otra», comenta. 

No se trata solo de mejorar la rentabilidad económica del sector, sino también de promover el reconocimiento de los ganaderos con la personalización de los ovillos de lana con los nombres de las ganaderías, añadiendo un valor simbólico y emocional al producto. «Queremos dar personalidad a cada ovillo, es una forma de dignificar la figura del ganadero».