Diario de Burgos

Combatientes en el aire

D. ALMENDRES / Burgos
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Los helicópteros de apoyo de la Junta de Castilla y León trasladan a los brigadistas hasta los focos de actuación y dan cobertura a las labores de extinción más complejas con su 'bambi bucket' de 1.000 litros de capacidad

Rodrigo Espinoza es el piloto del helicóptero de apoyo de la base de Pradoluengo. - Foto: Valdivielso

En una situación crítica, toda colaboración cuenta y puede marcar la diferencia. Máxime si se trata de un incendio. La incansable lucha contra el fuego lleva al límite la capacidad del ser humano para resolver el problema sobre el terreno y minimizar sus efectos sin asumir más riesgos de los necesarios en un momento en el que no existe el margen de error.

Por eso, el apoyo brindado por las brigadas que la Junta de Castilla y León dispone en sus bases situadas en Medina de Pomar y Pradoluengo supone una ventaja para los equipos de extinción. Además del fundamental factor humano en estas labores, el equipo formado por siete personas cuenta con la aportación decisiva del helicóptero.

Rodrigo Espinoza es el piloto destinado en Pradoluengo. Es su cuarta campaña estival en la provincia de Burgos y, junto al resto de la brigada, está preparado para poner en marcha cualquier operativo según reciban la orden.

Reina una calma tensa porque la actividad puede comenzar de un momento a otro. La brigada no solo actúa en territorio burgalés, sino que también ofrece soporte a otras provincias, como sucedió en sendas emergencias surgidas en las provincias de Palencia o León. «Informan a la central y esta evalúa si es necesario que vayamos», resume Rodrigo Espinoza.

Este profesional con más de 25 años de experiencia tiene la doble misión de trasladar al equipo -salvo al mecánico- a la zona afectada y ofrecer la cobertura necesaria desde el aire. «Desde que recibimos el aviso tenemos diez minutos para ponernos en marcha, pero solemos tardar menos por lo que significa este tipo de intervenciones», subraya.

Nada se deja a la improvisación y cada acción rutinaria tiene su efecto a la hora de la verdad. «No es llegar y salir. Hay una evaluación previa y un trabajo administrativo. Mientras el mecánico revisa que esté todo operativo, la brigada se ejercita y yo compruebo la meteorología aunque estemos en verano», indica el piloto. 

Y es que en una intervención sobre el alambre resulta clave disponer de la mayor cantidad de información posible. La temperatura máxima, el viento predominante, el cálculo del peso en el helicóptero... son factores que afectan a un vuelo crítico.

«En el momento en el que nos avisan saco los tiempos, la zona general y las coordenadas. Hay que salir lo más rápido posible, pero siempre prima la seguridad», zanja, porque son muchos detalles a tener en cuenta con la adrenalina en máximos. «Hay que chequear cables, torres, antenas y los árboles mientras busco una zona de aterrizaje amplia y segura», matiza.

Antes de iniciar el operativo, Espinoza estudia el mejor punto en el que realizar sus maniobras, hace una evaluación de la situación y apoya a la extinción con descargas realizadas desde el 'bambi bucket'. Esta cesta puede acarrear hasta 1.000 litros de agua y carga tanto en los puntos habilitados como en piscinas -ya sean privadas o de titularidad pública. «Descargarmos en el sector dispuesto por el técnico al cargo o el jefe de extinción. La coordinación con tierra es constante por radio», explica.

Espinoza se siente cómodo a los mandos del AS350 B3 Ecureuil, un helicóptero multifuncional que puede trasladar personas, a heridos, hacer labores de carga colgante o luchar contra los incendios, como es el caso. «Tiene una gran capacidad de carga a pesar de que es pequeño», analiza.

La versatilidad es la característica que más valora el piloto para moverse con destreza en situaciones muy complejas, aunque los incendios forestales son los que entrañan mayor dificultad. «La orografía dificulta la labor de los brigadistas y las corrientes de aire son complicadas», explica, por lo que el helicóptero juega un papel fundamental. La seguridad es la gran obsesión en estas tareas. En una de las últimas salidas, por un fuego provocado por un rayo, el piloto dejó al equipo abajo y contó con la ayuda de la base de Medina de Pomar para que hubiera continuidad en las labores de extinción y protección en todo momento. 

«La seguridad es la clave, es lo principal. Por eso es tan importante el reconocimiento previo de cómo está conformado el incendio, hacia dónde va y qué vías de acceso tiene», resume este profesional chileno, quien permanece en la base hasta el ocaso y se coordina con otros pilotos durante las intervenciones a través del encargado de la extinción. La pericia individual y la labor de equipo son dos bazas fundamentales para alcanzar el éxito en cada misión.

Las brigadas, siempre listas para actuar. Nuria Portas es la técnico responsable de la brigada de Pradoluengo, una tarea compleja que combina «responsabilidad y tensión» en los momentos más delicados de una actuación. Esta especialista aún recuerda lo vivido hace un año en Silos, donde su equipo colaboró en la extinción de un fuego «inabarcable». «Sientes impotencia porque quieres actuar y hay vidas en juego», explica.

El año 2022 fue «difícil». Por suerte, 2023 «está siendo más tranquilo» gracias, en parte, a la humedad que mantiene la vegetación, aunque la brigada siempre está alerta. «Tanto en el monte como cuando el fuego llega a la población buscamos lo mismo, evitar que el incendio alcance puntos donde no haya cortafuegos, a zonas más inflamables o donde haya personas», resume.