Diario de Burgos
Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


La España de la Campos

06/09/2023

María Teresa Campos, la Campos para todo el mundo, llevaba apagada un par de años, lo que no quita que se le reconozca de forma generalizada, por no decir unánime, que ha sido una de las periodistas más relevantes de España, tanto de la tele como de la radio. Reina o no reina de las mañanas, hizo historia por su versatilidad, igual opinaba que preguntaba, moderaba, cantaba, hacía teatro, bailaba o se inventaba personajes. Se atrevía con lo que se le pusiera por delante.

La conocí cuando llegó de Málaga para trabajar en Radio Juventud, dejando atrás una tragedia personal de las que dejan huella. Nunca trabajé a sus órdenes aunque coincidimos en los tiempos de Hermida, y siempre nos guardamos un afecto y respeto que nos demostrábamos mutuamente cada vez que nos veíamos. Llevaba el periodismo en la sangre, y la falta de actividad la vivió mal, como también vivió mal los problemas familiares. Era excesiva en todo, pero algunos excesos de personas de su entorno le hicieron mella. Daba más que recibía.

Le interesaba la política, con el corazón a la izquierda aunque intentaba que no se le notara porque un buen periodista debe dejar filias y fobias en casa. Este martes, con la resaca Puigdemont y las largas declaraciones de Felipe González y de Feijóo, me habría gustado ver a La Campos en su tertulia política. Era muy buena en las entrevistas personales, sacaba lo que los invitados no quería ni mencionar, pero con un tono intimista que creaba el clima propicio para la confesión, conseguía María Teresa que sus invitados se rindieran ante su intensidad, su cerco.

Dudo que si ha podido comprender estos últimos años cómo está la España sanchista, se haya sentido tranquila. Puedo equivocarme, no he hablado con ella en este tiempo. Pero era, a pesar de sus arrebatos - alguno ha hecho historia- una mujer muy de verdad, eso ha sido parte de su éxito. Siempre rodeada de amigos incondicionales aunque algunos no lo fueron tanto, y siempre admirada por infinidad de profesionales que ejercían su trabajo en áreas muy alejadas de las que manejaba La Campos, que al conocer su fallecimiento -no me gusta la moda de decir se ha ido, ya no está con nosotros, las cosas claras- le han rendido su particular homenaje con palabras de dolor sincero. Y posiblemente, también, con la constatación de que ha faltado generosidad para abrir la puerta a quien ha sido todo y pedía que alguna cadena le diera la oportunidad de retirarse en activo, como deseaba.

Conociendo su trayectoria, y cómo respiraba, seguro que no estaría muy feliz con la España política actual, ella que vivió en primera fila una etapa grandiosa con figuras de primera categoría. Ahora escasean, y a los que ya tenemos una edad el déficit de estadistas nos causa preocupación, incluso angustia.

Que descanse en paz María Teresa Campos, La Campos. Lo merece sobradamente.