Diario de Burgos
Adolfo García Sastre

Pandemias y epidemias

Adolfo García Sastre


El legado de Ramón y Cajal

22/04/2024

La semana pasada tuve el honor de participar como ponente en un acto que se celebró en Salamanca en memoria de nuestro gran científico Santiago Ramón y Cajal. Fuimos en total 40 ponentes, especialistas no sólo en ciencia sino en otras muchas ramas, tales como deportes, abogacía, literatura, fotografía, educación y administración. Al acto, que fue abierto al público, también asistieron algunos de sus descendientes y el alcalde del que fue su pueblo natal, Petilla de Aragón. Cada uno de los ponentes hablamos durante 8 minutos de una faceta de la vida de Cajal. Y es que Cajal, además del gran reconocimiento del Premio Nobel de Medicina de 1906 por sus trabajos sobre la estructura del sistema nervioso, fue también un gran sabio y humanista, y durante su vida se interesó por muchas otras áreas además de la neurociencia, de la que se considera su iniciador, tales como la literatura, las enfermedades infecciosas, la inmunología, el cáncer, el dibujo, el ajedrez, la fotografía, la informática, la política y la educación. Es por tanto uno de los grandes genios y sabios de la humanidad, un hombre 'renacentista', del cual debemos enorgullecernos todos los españoles, como se ha demostrado recientemente al ser elegido por mayoría de votación entre los televidentes de TVE como el español más importante de la historia.
Cajal fue un gran científico, y con muy pocos recursos, un microscopio, un esfuerzo continuo y tenaz, su genio y su don para el dibujo -durante una época en que no existían ninguno de los adelantos en obtención de imágenes de gran resolución- a partir de tejidos dibujó los componentes de tejido nervioso, las neuronas, con una precisión y detalle similar a las imágenes digitales obtenidas con la tecnología de hoy, y concluyó que la propagación de las señales nerviosas no era debida a un circuito continuo existente en nuestro tejido nervioso, similar a los circuitos eléctricos, sino a células individuales, las neuronas, que se comunican de unas a otras a través de extensiones complejas, las dendritas y los axones, y propagan las señales al cerebro, donde se procesan y se interpretan debidamente. Esta visión del tejido nervioso fue completamente revolucionaria, y cambió por completo la forma de entender el funcionamiento del cerebro, por lo que adecuadamente se considera a Cajal el precursor de la neurociencia, y abrió el camino no sólo para los nuevos avances que se han logrado en tratamiento de enfermedades del sistema nervioso, sino también para el desarrollo de la inteligencia artificial, basada en circuitos similares a los circuitos neuronales que él describió. Cajal supuso para la ciencia una revolución tan importante como la que se atribuye a otras grandes científicos como Galileo, Newton o Darwin.

Pero el legado de Cajal no fue sólo eso. Cajal estableció las bases para la erradicación de la malaria en España, desarrolló la primera vacuna inactivada que se conoce, y usando las mismas técnicas de observación microscópica describió en detalle los procesos inflamatorios y el desarrollo de tumores.

En el ámbito educacional y político, Cajal estaba obsesionado por lograr poner a España entre los países pioneros de la Ciencia, al nivel de lo que entonces eran Francia y Alemania, y trabajó par conseguir la financiación de becas de desarrollo del personal investigador en el extranjero, y para crear centros científicos en España, entre los cuales logró iniciar el precursor de lo que ahora es el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), una de las instituciones de más relevancia de investigación en España. Cajal se lamentaba que ni incluso en los períodos de grandeza política y cultura de España, en nuestro Siglo de Oro, nuestro país hubiera sido pionero también en Ciencia, y quería que esto cambiase. Por eso siempre luchó para conseguir un apoyo mayor a la ciencia en España. Y aunque gracias a los trabajos de Cajal y de otras personas impulsadoras de la ciencia, España se ha convertido en un país donde se forman científicos extraordinarios y se hace ciencia de gran calidad, esa asignatura aún está pendiente, principalmente debido a la escasez de recursos y presupuestos dedicados a la ciencia. Necesitamos más Cajales hoy en día para poder convencer a nuestros políticos de lo importante que es el promover la investigación científica en España a través de una financiación adecuada.

No quiero terminar este artículo sin señalar una gran deficiencia que tenemos en España con respecto a la persona de Cajal. Y es que no poseemos un museo Cajal donde se recojan la gran cantidad de dibujos extraordinarios y de cartas y publicaciones que realizó durante su vida, material del que desgraciadamente se ha perdido ya una gran parte. En Francia, Pasteur tiene un museo extraordinario, y nosotros necesitamos un museo Cajal para poder mostrar lo grande que ha sido su legado científico y humanista a todos los públicos y visitantes. Esperemos que esto se pueda lograr y que Cajal tenga el museo que se merece como el español más importante de la historia.