Diario de Burgos
Vladimir V. Laredo

Petisoperías

Vladimir V. Laredo


Jamón, jamón, jamón

22/05/2024

Seguro que, si ustedes tienen cierta edad, recordarán el juego de palabras de cuando eran niños: lo de repetir de manera insistente la palabra jamón hasta que salía monja. «Jamón, jamón, jamón, ja, monja, monja, monja…». Me ha venido esta tontería infantil a la cabeza tras leer los últimos días el cisma de las llamadas 'monjas rebeldes' de Belorado.

Así, sin entrar en muchos detalles, unas monjas, clarisas y reposteras, de Belorado han renunciado a la Iglesia por unos motivos bastante espurios y se han echado en los brazos de un tipo que es el cabecilla de una secta, previamente excomulgado por el actual arzobispo de Burgos y que, por su atuendo habitual, parece sacado de una película de los años cincuenta. Horas y horas de televisión y radio, cientos de páginas en prensa escrita, todos atentos al sainete.

Y nuevamente, me ha hecho recordar una anécdota de cuando un niño lloraba desconsolado porque quería que su madre le comprara un cochecito de juguete que había visto en un escaparate, pero ella se negaba. En esto llegó una de las monjas del pueblo a preguntar a la madre por qué lloraba el niño, a lo que ella contestó que no se lo compraba porque en casa ya tenía «otros ochenta cochecitos más». La monja, indignada, afeó al niño la conducta: «Madre mía, ochenta coches para un niño solamente, con la de niños pobres en África que no tienen ninguno». Y la madre, preguntándose quién le había dado vela a la monja en ese entierro, le respondió: «Madre mía, y con la de espacio que tienen ustedes en el convento y permiten que dos familias pobres vivan en un edificio en ruinas que hay en la entrada del pueblo». La monja se marchó y, dicen, jamás volvió a hablar con aquella madre.

Cuento esto no porque esté contra las religiosas, o a favor de la Iglesia. Cuento esto porque todo el tema de las monjas beliforanas me huele a chamusquina, y a intereses creados, y a engaño por parte de gente sin escrúpulos y una beata falsa inocencia que disfraza una gruesa capa de soberbia en algunas de estas monjas. En fin, que como en lo del niño y los cochecitos, yo solo veo hipocresía y egoísmo.

@VladimirConV