Diario de Burgos
Juan Carlos Pérez Manrique

Estos días azules...

Juan Carlos Pérez Manrique


Te echamos de menos

15/05/2024

A veces las palabras que entran en un solo verso pueden acabar formando parte de tu propia sombra, la que siempre te acompaña y que en la niñez jugabas a intentar pisar o superarla con algún salto. Yo he visto cómo en la sombra de muchos de los que empezamos a prestar servicio público en los años de la transición política e inmediatamente posteriores, en esa sombra que no se puede saltar ni borrar, iba grabado: La sonrisa del trabajador público es democracia. Lo recuerdo bien y especialmente hoy, día elegido para homenajear a Juan Carlos Poza y día en el que compañeros, amigos y muchos de los que en su camino atendió ofreciendo lo que sabía y trabajando lo que podía, necesitamos que resuene más el pulso de su memoria por ser funcionario tan distinto a los del Larra del Vuelva Vd. mañana a la vez que por simbolizar un tipo de trabajador público y de amigo por quien daríamos lo que fuera si pudiera volver mañana.

Compartí con J.C. Poza vida laboral en nuestro Ayuntamiento durante varias décadas (aunque en áreas distintas, él en Servicios Sociales, yo en Cultura, empezamos recorrido en la Institución el mismo día) y en el trato confirmé lo de la sonrisa y la democracia. No me refiero a la sonrisa facial sino a la que nace de la sensibilidad, la que es temperamento. Se refleja en el respeto y lealtad con los demás; en sentir y hacer ver al que está al otro lado de la mesa que él es el importante; en encontrar soluciones sin usar la disculpa de que esto es la administración, la burocracia; en no utilizar el puesto para postureos y crecimiento personal en otros espacios; en saber que el despacho que ocupas no es 'tu despacho' de la misma forma que el auxiliar que tramita no es 'tu auxiliar' pero que tu responsabilidad sí que es tu responsabilidad. Esos son algunos rasgos del temperamento, de la sonrisa del trabajador público que vi en J.C. Poza desde que empezamos jóvenes (él más) y nos pensábamos inmortales.

Luego, por encima, estaban los momentos felices de amistad. Juntarnos todo el grupo para comer o ir a coger setas a Huerta llevando nuestras vidas para contarlas; los paseos nocturnos y conversación junto a la chimenea hasta muy tarde sin que las palabras encendidas rompieran ninguna paz entre todos, son días inolvidables que también pedirían que volvieras mañana. Ya ves, te echamos de menos.