Diario de Burgos
Belén Marticorena

Sobreviviendo en la Jungla

Belén Marticorena


Agosto

19/07/2024

Hay dos fechas en el curso anual en las que siempre parece que se acaba el mundo o que como mínimo hemos llegado al final. Son fin de año, en diciembre y cómo no, finales de julio, donde ya nos encontramos todos con la luz de la reserva encendida y con la lengua fuera. Luego, como siempre, llegará el día 1 de agosto y no habrá pasado absolutamente nada. Con este panorama y por si no fuera poco el estrés de última hora con el pago de los impuestos y demás disgustos a solventar, hay que preparar ese tormento de todo viaje: la maleta. En mi caso, empiezo siempre emulando a mi admirada Marie Kondo, siguiendo tutoriales y leyendo mil trucos de cómo hacer bien tu maleta. Debo confesar que he llegado incluso a adquirir unos elementos denominados 'organizadores de maletas'. Pero la realidad es que siempre acabo la víspera del viaje convirtiendo mi casa en una misión de los Geos, donde parece que ha habido varios bombardeos en distintos puntos estratégicos con resultados dispersos y difusos, que ya no consigo solucionar hasta mi vuelta. Y como si fuera la abuela porretas, me viene siempre a la mente el periodo de mi vida en que hacía la maleta en cinco minutos, ahora, dos décadas más tarde, cuando me enfrento a este bonito elemento y la veo frente a mí, lo que veo es una prueba sobre las necesidades a cubrir y mi incapacidad para organizarme y hacer frente a las mismas con cierta diligencia. 

La verdad es que hace tiempo que pienso que lo de las vacaciones es un invento del sistema para que la mayoría de nosotros, que estamos abocados a irnos sí o sí unos días en estas fechas, volvamos habiendo comprobado y echado suficientemente de menos la seguridad de nuestras rutinas diarias del largo invierno. Mi padre, que es una de las personas más sabias que conozco, siempre dice que como en casa no se está en ningún sitio, y como en otras muchas cuestiones, con los años, tengo que darle la razón, porque lo que más me empieza a apetecer es quedarme todo agosto en mi querido Burguitos, y disfrutar de la tranquilidad y las fresquitas noches burgalesas. 

En cualquier caso, disfruten de agosto, estén donde estén, que cada año tarda más en volver.