Diario de Burgos

Asebutra urge regularizar el párking de Villalonquéjar IV

G. ARCE / Burgos
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Pide al Ayuntamiento de Burgos agilizar al máximo los trámites para poder construir un área de servicio al transporte vigilada en el polígono que prevenga la sustracción de vehículos y sus mercancías

Solo una modificación del PGOU es la que dilata que empresarios del transporte y Ayuntamiento den una salida al aparcamiento abandonado en Villalonquéjar IV. - Foto: Valdivielso

El censo de camiones en Burgos se aproxima a las 4.000 unidades, la mayor parte de las cuales están en ruta y cargadas de mercancía para ser rentables. Burgos capital dispone de 500 plazas de aparcamiento para transporte pesado (repartidas entre la sede de Asebutra de la carretera de Logroño y la Aduana) en recinto vallado, iluminado y vigilado por cámaras y personal de seguridad. El resto de los tráileres se protegen en el interior de recintos y naves privadas en alquiler (en la capital y muchas en los pueblos) u ocupan las calles de los polígonos y de las zonas del extrarradio residencial de la capital.  

Esta es la exigua oferta de una ciudad volcada con el transporte y la logística, por donde cada día circulan miles y miles de camiones de múltiples nacionalidades en ruta y donde, por desgracia, son cada vez más habituales los robos y la desaparición de los vehículos y sus cargas.

En Asebutra reconocen estar «muy preocupados y hartos» de esta delincuencia organizada, que obliga a importantes gastos en seguridad de las empresas y profesionales del transporte. Por ello, cada vez que desaparece o se roba un camión en Burgos -como en los últimos días- resucita el viejo proyecto del  centro de transportes vallado, iluminado, vigilado y con servicios profesionales en Villalonquéjar IV.

El recinto, con capacidad para 300 camiones, ya está cerrado, iluminado y dista unos cientos de metros de la circunvalación de la ciudad, que permite un rápido acceso a las principales vías de comunicación del norte de España.

Pese a sus ventajas evidentes, el aparcamiento es utilizado como almacén de contenedores de basura  y el proyecto de conversión en un centro de transportes digno del enclave que donde se ubica ha pasado, hasta la fecha, por las manos de cuatro alcaldes: Juan Carlos Aparicio, Javier Lacalle, Daniel de la Rosa y Cristina Ayala.

La alcaldesa se comprometió ante el presidente de Asebutra, Eduardo Rilova, a desbloquear el asunto y facilitar el interés recuperado por la patronal del transporte de invertir y construir un centro con todos los servicios necesarios para los profesionales de Burgos y los que estén en ruta (cafeterías, baños, lavandería, vending, etc.). Nada se ha sabido hasta el momento.

La patronal, reitera su presidente, está dispuesta a estudiar una inversión compartida con el Ayuntamiento siempre y cuando se permita dotar de unos servicios básicos y atractivos para los transportistas. «El recinto necesita un edificio en el que se presten servicios añadidos a los de vigilancia», de los que ya disponen capitales que compiten con Burgos en el sector económico de la carretera.

Un área con servicios (gasolinera, aseos y duchas, lavadero, restaurante o un hotel) más  allá del aparcamiento puro y duro requiere de usos terciarios que obligan a modificar el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). El Ayuntamiento, aseguran desde el mismo, tiene en agenda este cambio, pero sus plazos de tramitación no coinciden con la premura que exige el sector del transporte. 

Inseguridad. El 18 de marzo se produjo en un polígono instantes después de que el conductor lo dejase aparcado. Es más, fue la propia víctima la que reconoció su camión circulando en carretera y la que alertó y activó el dispositivo que permitiría interceptarlo camino de Madrid, a la altura de Gumiel de Izán, en plena A-1.

El pasado abril, un tráiler robado en el recinto de las naves de Pentasa apareció en la capital madrileña sin la carga que portaba y con la cabina destrozada. 

Hay casos en los que no se llega a recuperar nada, ni carga ni camión. Las cabezas tractoras se desmontan en piezas, se meten en contenedores y se venden por partes a terceros en otros países.

Ni qué decir que la inseguridad y el temor a la delincuencia organizada están entre los primeros problemas con los que tienen que convivir los chóferes a lo largo de sus rutas.