Diario de Burgos
Jesús de la Gándara

La columnita

Jesús de la Gándara


Tormento

23/10/2023

Cuando se unen el terrorismo y la guerra, como sucede en Gaza, ¿qué palabra podría describir esa tragedia?, ¿cómo reunir en una sola palabra los traumas y dolores que, juntas, causan? ¡Tormento!, quizá esa sea la palabra adecuada. Un tormento que lacera, penetra y aniquila el cuerpo, que anonada, desbarata e inutiliza la mente, que vulnera toda defensa e impide cualquier adaptación. Pero, ¿y si todo eso te sucede cuando eres niño o adolescente?, ¿cómo crecerán tu cuerpo y tu mente?, y aún más, ¿y si llueve sobre mojado, ¿y si hurga en la herida? Si antes sufrieron algo similar que ahora se repite inclemente, ¿cómo consolar esa doble tortura?, ¿qué aspirina podrá calmar ese insoportable sufrimiento? 

Todo eso me pregunto mientras escucho por la radio nocturna la noticia de una enorme explosión en un hospital de Gaza. Intento no dormir, para que mi conciencia no pueda achacarme, a lo Gloria Fuertes: ¡Sí, mucho hablar de tormento, pero luego vas y te duermes tan tranquilo! ¿Cómo podrán dormir? -me pregunto-, ¿qué llanto podrá expresar tanto pavor?, ¿qué benéfica sordera podría taponar los oídos al estruendo de las explosiones, los alaridos de las madres y la algarabía de los que alzan gritos contra misiles?

La ciencia, que es lo poco que podemos esgrimir contra esas tragedias, asegura que esos niños, esos adolescentes, cuando lleguen a adultos, si es que llegan, padecerán graves enfermedades que ahora ni siquiera se pueden permitir parecer. Años después, si es que aún quedan médicos que los diagnostiquen, les dirán que padecen síndromes postraumáticos, depresiones profundas, trastornos de pánico, pesadillas terroríficas, pero también discapacidades físicas, trastornos inflamatorios y dolores crónicos. Todas esas son las secuelas típicas de estos tormentos que se infiltran en las células del cuerpo y del cerebro. Pero, por si no fuera suficiente, poco a poco irán descubriendo que son incapaces de dar y recibir amor, y esto marcará definitivamente sus vidas. Serán fríos y acerados. Peligrosos.

Lo dicho, cuando se unen las tragedias del terrorismo y la guerra las consecuencias inmediatas son tormentosas, pero además siempre dejan secuelas muy difíciles, sino imposibles, de resolver. Esto no deberíamos olvidarlo, pero, de nuevo me pregunto, ¿y quién va a mantenerse despierto?