Diario de Burgos

El tirón de una banda sonora familiar

G.G.U. / Burgos
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Víctor Manuel abarrota la Plaza de Santa Teresa con un público entregado a exitazos como 'Solo pienso en ti', pero también a temas que, según afirmó, «no conoce ni Dios»

El artista asturiano presentaba en Burgos su último recopilatorio, ‘La vida en canciones’, con el que celebra 75 años de una existencia dedicada a la música. - Foto: Valdivielso

Prometió Víctor Manuel que iba a estar «un rato largo» sobre el escenario de Santa Teresa y cumplió con creces: casi dos horas con un repertorio de todas las épocas, que era lo que el público esperaba. Porque ya lo admitió cuando presentó Me gusta saber de ti:«Tengo canciones que aplaudís mucho, pero otras no las conoce ni Dios». Y, en efecto, aunque los cientos de burgaleses arroparon en todos y cada uno de los temas al cantautor que ha sonado en todas las casas españolas desde mediados de los años sesenta hasta ahora, ninguna fue tan gozada y aplaudida como la eterna Solo pienso en ti. Ni siquiera Asturias, que no solo es de las que sí se sabe todo el mundo, sino que aún emociona incluso al burgalés más recio. Fue, en resumen, un concierto disfrutado. 

Víctor Manuel ha cantado en decenas de ocasiones en Burgos, la última hace dos años, en los jardines del Palacio de la Isla y en una atmósfera mucho más íntima que la de ayer, cuando se dio un baño de masas. «A mí es que sus letras me encantan, me gusta muchísimo», contaba Serafín, uno de los cientos de asistentes, antes de que el asturiano subiera, súper puntual, al escenario. A las 21.30 horas empezó a animar el cotarro con la pegadiza Danza de San Juan (Señor San Juan, la fiesta va a empezar; Señor San Juan salgamos a bailar)...

 Hay diversidad de opiniones con respecto a sí superó en éxito a La M.O.D.A. o no, pero lo cierto es que por la plaza de Santa Teresa y alrededores difícilmente se podía dar un paso. Grupos de amigos, parejas entradas en años que bailaban abrazadas, familias que cantaban al unísono... Había gente que se había llevado hasta la silla plegable de la playa para disfrutar tranquilamente del espectáculo que el asturiano dio en Burgos con motivo de la gira de presentación de su último trabajo La vida en canciones; un recopilatorio con éxitos eternos como El cobarde -la primera canción que escribió, en 1967-, El abuelo Vítor - «murió sin decirme si le había gustado, pero creo que sí la escuchó», dijo-, Paxariños, Planta 14 -tan polémica en la dictadura-, Quiero abrazarte tanto, Solo pienso en ti o la más reciente y para muchos sorprendente Digo España. Tres discos con 59 canciones de las que ayer cantó alrededor de 25. Entre ellas, esos himnos intergeneracionales mencionados en este párrafo, pero también otras de las que, como él dijo, medio en broma medio en serio, «no os interesan un pijo». Por ejemplo, Me gusta saber de ti.

En esta gira Víctor Manuel celebra sus 75 años -ya casi 76, dado que los cumple el viernes- y una trayectoria que se narra en canciones, pero también subraya el efecto terapéutico de la pasión a la que ha dedicado su vida. De hecho, el título de la gira se acompaña de la coletilla El escenario lo cura todo y así se demostró ayer, cuando quizá no tuvo la capacidad de hacer sanar, pero sí la de ayudar a olvidar con un repertorio muy seleccionado pero completo y súper aplaudido. También él hizo por ganarse al público desde el primer momento, en el que agradeció que los burgaleses lo «acompañaran solidariamente  en esta noche tan fresquita» y ante quienes llegó a colocarse el pañuelo de las fiestas para cantar El abuelo Vítor. Compartió la intrahistoria de algunos de sus temas, como el compuesto para su hija Marina casi por celos de un novio adolescente que amenazaba con escribirle versos - Nada nuevo bajo el sol- o el dedicado a su padre -El hijo del ferroviario- y también a su madre, tras superar un cáncer -La romería- o el que todavía hoy le hace pensar en la joven Brigitte Bardot de Babette se va a la guerra -A dónde van los besos-.

Casi dos horas de concierto que se quedaron cortas, con el artista y el público del todo entregados. De ahí que cuando cantó Soy un corazón tendido al sol y Asturias, con intención de cerrar el espectáculo, el personal clamara por unos minutos más en compañía de ese Víctor Manuel capaz de ensamblar temas «prehistóricos» y emblemáticos para las generaciones que protagonizaron la Transición con otros que son banda sonora para nacidos en plena democracia y que siguen viendo en el cantautor asturiano un imprescindible de la historia de la música española. Él correspondió con gratitud y se despidió con Cómo voy a olvidarme, Esto no es una canción y la preciosa Para que te quieran y  que tú sepas... Así, hasta la próxima.