Los problemas económicos debían acuciarle desde hace tiempo -hasta hace dos años trabajaba en la fábrica Johnson Controls y ahora estaba en paro- porque hace tan solo un mes y medio Pedro Q.M. ya había atracado, también a punta de pistola, el Lupa del barrio del G-3. En esa ocasión accedió al supermercado con el rostro cubierto por una mascarilla, unas gafas y una gorra. Ayer, cuando entró en la sucursal del Santander, también en la calle Condesa Mencía, lo hizo con una mascarilla cubriéndole parte de la cara.
No se anduvo con demasiadas contemplaciones. Apuntando a trabajadores y clientes con un arma corta se dirigió directamente hacia la cajera, a la que roció con gasolina al tiempo que la conminaba a que le entregara todo el dinero en metálico que se guardaba en la sucursal.
Con la bolsa del botín amarrada con los dos brazos y pegada contra el pecho salió huyendo, con la directora de la oficina persiguiéndole, hacia la calle Duque de Frías, en concreto hacia su piso, situado en el número 1 de esta vía del G-3. Pero no llegó ni a abrir la puerta del portal. Dos policías nacionales de paisano que llegaron al lugar en un coche camuflado tras ser alertados desde el banco trataron de darle el alto. Pero en lugar de pararse se dio la vuelta, se enfrentó a los agentes y los encañonó. Estos respondieron disparándole con sus armas reglamentarias. Uno de los tiros le alcanzó en el cuello y le provocó una herida letal que acabó con su vida a los pocos minutos pese a los esfuerzos de los sanitarios por reanimarle.
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Poco antes de las 13 horas, agentes de la Brigada de Seguridad Ciudadana pertrechados con arietes e investigadores de la Policía Judicial subieron hasta la vivienda del atracador con el fin de practicar una entrada y registro. Lo hicieron con precaución, preguntando a los vecinos sobre la distribución de la casa del delincuente, por si pudiera tener algún compinche escondido. No era así. En la inspección los policías encontraron las ropas con las que iba ataviado Pedro Q.M. el pasado 17 de mayo, el día que cometió el asalto del Lupa del G-3. Las cámaras del establecimiento lo grabaron y la Policía sabía, por tanto, con qué atuendo iba aquel día.
(Más información y testimonios, en la edición impresa de este viernes en Diario de Burgos)