Diario de Burgos

Pistola de fogueo y un 'zippo' encendido contra la cajera

I.E.
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El atracador encañonó a los policías con una 9 milímetros de fogueo antes de ser abatido. Lanzó un encendedor prendido a la bancaria que el dispensador de dinero apagó con el aire

Una ambulancia frente a la sucursal del Santander el pasado jueves. Ayer esta oficina cerró al público. - Foto: Luis López Araico

Un arma similar a la que porta la Policía Nacional, pero de fogueo, es la pistola que utilizó el jueves Pedro Q.M. en el atraco que cometió en la sucursal del Banco Santander del G-3. Se trata de una nueve milímetros detonadora, cuyo cañón no está diseñado para disparar munición real, tan solo cartuchos detonadores. Fue con ella con la que encañonó a los efectivos de paisano que acudieron a la llamada de alerta que lanzó la oficina bancaria nada más cometerse el asalto, poco antes de las 11 de anteayer.

En el enfrentamiento, los agentes lo abatieron y murió, ya que una de las balas le alcanzó en el cuello y le causó una herida letal. A pesar de los 35 minutos que los sanitarios emplearon en tareas de reanimación, el atracador terminó falleciendo en la puerta de su bloque, en el número 1 de la calle Duque de Frías, a donde huyó después del asalto.

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La oficina del Banco Santander en la calle Condesa Mencía permaneció ayer cerrada al público. No es para menos después del miedo que atenazó a sus trabajadores -y también a varios clientes- cuando Pedro Q.M. accedió a la sucursal armado con una pistola y exigiéndole el dinero a la cajera mientras la rociaba con gasolina. La cosa no se quedó ahí. Después de verter sobre ella el combustible le lanzó un 'zippo' encendido, esa clase de mechero en el que se mantiene la llama aunque quien lo utiliza no tenga presionado el botón de salida del gas, pero no llegó a prender fuego a la trabajadora. En buena medida porque esa llama acabó extinguiéndose por la ráfaga de aire que le llegó procedente del dispensador de dinero, activado precisamente para entregar una considerable cantidad de billetes -hasta completar un botín de 6.000 euros- al atracador. Fuentes de la investigación explican que con esa acción no solo pudo quemar a la empleada de la oficina sino que pudo provocar una gran deflagración por el simple contacto del fuego con los gases que desprende el carburante con que había rociado a la mujer.

(Más información, en la edición impresa de este sábado de Diario de Burgos)