Diario de Burgos

Autismo Burgos investiga el estrés en las personas con TEA

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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La asociación burgalesa desarrolla un proyecto financiado por la Unión Europea en el que se han usado sensores diseñados por el Instituto Tecnológico de Massachusetts y que ha servido para mejorar la calidad de vida de los participantes

Gonzalo Rodrigo utiliza cascos para amortiguar el ruido en uno de los talleres. - Foto: Luis López Araico

Prácticamente desde que se fundó -el próximo año celebrará su 40 aniversario- Autismo Burgos ha puesto el foco en la investigación y la innovación tecnológica para intentar comprender más el trastorno del espectro del autismo (TEA) y, así, poder ayudar a quienes lo sufren. Nunca ha sido fácil, pues aún hoy se desconoce el origen de esta complicación del neurodesarrollo y las personas en las que se presenta no son, por lo general, capaces de expresar sus emociones, estados de ánimo e incluso dolencias físicas, pero el desarrollo de la ciencia lo está permitiendo cada vez más. Uno de los últimos proyectos en los que trabaja la entidad lo ha constatado. Se trata de una investigación, financiada por la Unión Europea a través de los fondos Next Generation, que ha demostrado que conociendo el nivel de estrés que sufren, midiéndolo y descubriendo su causa se pueden implementar mejoras para que quienes tienen TEA puedan vivir mejor.

Uso de sensores biométricos para la mejora del estado emocional de las personas con autismo, que así se llama la iniciativa, ha establecido un perfil individualizado de cada uno de los participantes, en el que se han definido los momentos de mayor y de menor estrés en función de la frecuencia cardíaca, la actividad electrodérmica y otras variables fisiológicas relacionadas con la activación del sistema nervioso central. Y a partir de ahí se han hecho cambios en los entornos de cada uno.

Los datos fueron recogidos gracias a diez sensores colocados en una pulsera que han sido diseñados en el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT en sus siglas en inglés), uno de los centros de investigación más avanzados del mundo. «Antes, el estrés se medía con cortisol, pero nosotros hemos utilizado la medición de la sudoración con estos sensores. Cuando alguien está estresado suda, aunque no se perciba visualmente, pero esa respuesta electrodérmica de la piel se puede medir y genera unos valores numéricos», explica Miguel Lancho, educador social y responsable del proyecto.

Un total de 57 personas usuarias de los centros de Autismo Burgos fueron incluidas en la iniciativa. Se les colocaron los sensores alrededor de 5 horas en diversas actividades y se obtuvieron 659 registros fisiológicos y 6.375 horas en total, unos datos que tienen una relevancia extraordinaria, según indica Lancho: «Es el registro de mayor duración que se conoce dentro de la investigación del estrés en personas con autismo. Después de hacer una búsqueda bibliográfica vimos que los registros de mayor duración llegan a 25 minutos de registro y 10 minutos analizados. También es novedoso en el sentido de que estos registros se realizaron en entornos cotidianos (supermercado, lavandería, gimnasio, fisioterapia), lo que ha permitido observar el nivel de variación fisiológica sin que interfirieran sesgos por las variables ambientales de un laboratorio».

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