Diario de Burgos
Miguel Calvo

El retrovisor

Miguel Calvo


Despedidas

25/07/2024

En este día de Santiago la iglesia de San Lesmes ha acogido el funeral con honores de José María Peña San Martín, fallecido el martes a los 86 años de edad, el primer alcalde de Burgos de nuestra democracia, con el récord de más años en el cargo (1979-1992), tras ganar en cuatro comicios locales consecutivos, en tres de ellos con mayoría absoluta. Gestor más que político, aunque llegó a contar con siglas propias -las de Solución Independiente-, nunca tuvo carné de las otras fuerzas políticas que le colocaron al frente de sus listas (UCD, la Coalición Popular de AP, PDP y UL; y el PP).

De sus avatares políticos y judiciales he tenido la oportunidad de hablar y escribir en numerosas ocasiones, por lo que en este triste día solo quiero recordar algunos rasgos del que en su día califiqué de «alcalde polémico y peleón». Odiado y querido, temido y admirado y siempre controvertido, con él tuve la oportunidad de mantener numerosas conversaciones a lo largo de los años. Se definía como un hombre de carácter fuerte con principios inalterables. Aunque siempre defendió su inocencia, se consideró «inmerecidamente sacrificado» cuando renunció al cargo tras ser inhabilitado por el caso de la construcción. 

Aunque el equipo de gobierno del Ayuntamiento ha decidido denominar el Polígono Burgos Este con el nombre del exalcalde, «por la innegable contribución de José María Peña a la industria burgalesa», hace años declaró que le daba igual que su nombre figurara en alguna placa de la ciudad: «aquí se viene a servir a los ciudadanos y si de paso te lo agradecen, pues mejor, y si no, no pasa nada». A la pregunta de cómo le gustaría que le recordaran los burgaleses, respondió: Como José María Peña San Martín, burgalés de nacimiento por la gracia de Dios.

No puedo terminar esta columna de julio sin referirme a otros dos nombres propios que han hecho historia en Burgos. Los de José María Bermúdez de Castro y de Eudald Carbonell, que han puesto punto y aparte a 33 años de trabajos (junto a Juan Luis Arsuaga) al frente de las excavaciones de Atapuerca, cuya cosecha presentaron ayer por última vez. Más de tres décadas en las que han pasado de estar «perdidos en la colina» a convertir a Burgos en capital mundial en el estudio e investigación de la evolución humana, en palabras que ayer mismo pronunció el presidente autonómico Fernández Mañueco.