Diario de Burgos

En Picón Blanco volverá a crecer la hierba

P.C.P. / Burgos
-

La Junta derribará la base militar abandonada desde los 90 y renaturalizará la cima para recuperar su singular flora

La característica imagen de los edificios militares de la cumbre se ha popularizado como final de la Vuelta Ciclista a Burgos y a España. - Foto: Alberto Rodrigo

Silba el viento. Siempre. En verano el sol abrasa, en invierno la nieve sepulta lo poco que encuentra a su paso en el Picón Blanco, cuatro construcciones en ruina total, un helipuerto y algunos caminos que frecuentan senderistas, ganaderos de esta comarca entre Burgos y Cantabria, soñadores en busca de signos extraterrestres y nadie más, salvo el día año que serpentea por allí la caravana ciclista. Ya no queda nada que expoliar, ni un metro libre de pared para ensayar un grafiti, y sería un escenario demasiado expuesto para usarlo como campo de juegos, el riesgo de derrumbe es inminente.

Conocida en la última década como final de etapa de vueltas ciclistas -a Burgos y a España-, la que fuera sede del Centro de Transmisiones CT-9 de la Unidad de Ingenieros del Ejército lleva abandonada más de 30 años, aunque pertenece aún al Ministerio de Defensa. Cuando se fue el último militar, no cerró ni la puerta y dejó todo aquello a merced de dos grandes depredadores, el hombre y el tiempo. Todos los materiales que podían ser reutilizados o vendidos (puertas, ventanas…) han desaparecido.

«En las instalaciones han quedado fosos abiertos por debajo del nivel de superficie del suelo, con peligro de accidente para personas o animales; estos últimos lo utilizan libremente, especialmente para resguardarse de las inclemencias del tiempo. Las paredes están llenas de pintadas, restos de tabiques derruidos, etc. La sensación es de completo abandono y de ausencia de las mínimas garantías para la seguridad de personas o animales.

Una de las garitas del complejo militar. Una de las garitas del complejo militar. - Foto: Alberto Rodrigo

El hormigón de muros y techos se encuentra visiblemente en estado de degradación por efecto de la climatología y el paso de los años sin nadie que se ocupe de su mantenimiento. La cubierta de la nave principal, impermeabilizada con materiales bituminosos (tela asfáltica) y chapas metálicas, se va arrancando a jirones por el efecto del viento, dispersándose por el entorno». Así describen los redactores del proyecto encargado por la Junta de Castilla y León el estado actual de la base militar de Picón Blanco, repleta de grafitis y de fosos abiertos que ponen en peligro a todo el que por allí deambula.

La Junta de Castilla y León va a derribar la base militar de Picón Blanco, abandonada en los años 90 y expoliada durante décadas, para eliminar los riesgos que entraña el complejo para la población y el ganado, y recuperar unas condiciones adecuadas para la instalación de especies y comunidades vegetales de este paraje, que aunque parezca una cumbre descarnada, alberga un gran valor ecológico, con especies vegetales singulares en la comunidad, comunidades higrófilas (que crecen en ambientes húmedos) similares a las del cercano macizo de Castro Valnera, entre las que se encuentran por ejemplo una planta carnívora, la Drosera rotundifolia (conocida como rocío de sol), la Salix aurita, la Narthecium ossifragu o la orquídea Dactylorhiza maculata. 

Cerca de Picón Blanco, en la zona de Lunada, hay registros pluviométricos que se aproximan a los 3.000 mm anuales de precipitación; entre los máximos de España, lo que explica la singular flora del lugar. La construcción de la base militar destruyó por completo el suelo y el ecosistema. 

Las instalaciones constan de cuatro naves cercadas por muro y explanada interior de hormigón, de unos 7.000 m2 de superficie, helipuerto, garitas de vigilancia, parapetos de hormigón, arquetas de saneamiento y restos de construcciones de conducción de agua en el exterior del recinto.

El proyecto, con un presupuesto base 448.200,82 euros y un plazo de ejecución de 12 meses, contempla el derribo de todas esas estructuras para devolver la cumbre el aspecto natural que le arrebataron los militares. Los huecos de las edificaciones se aprovecharán para crear dos charcas y albergar especies vegetales y animales de interés. El material procedente de la demolición servirá también para adecentar varios caminos (Lobera, Cacerneja y Alto Caballo). Concluidas las actuaciones, el espacio volverá a integrarse en los Montes de Utilidad Pública 388 y 386.

Una red estratégica. La RTM (red territorial de mando) era un grupo de 15 estaciones de repetidores de dispersión troposférica y de microondas, la mayoría en puntos de elevada altitud. Estaban subordinadas al Regimiento de transmisiones estratégicas de Prado del Rey 22 (RETES 22) y conectaban todas las capitanías generales con el puesto de mando de La Moncloa, en un búnker subterráneo de tres plantas con 7.500 m2 y capacidad para 200 personas. En Burgos había dos, esta del Picón Blanco en Espinosa de los Monteros, 1.529 metros de altura, y otra en Huérmeces, a 1.051 m.