Diario de Burgos
Juan Carlos Pérez Manrique

Estos días azules...

Juan Carlos Pérez Manrique


Festivales

26/07/2023

El periodista musical Nando Cruz plantea en Macrofestivales: el agujero negro de la música (Barcelona, 2023) la situación límite actual de los grandes festivales (ahora mismo ya hay anunciadas suspensiones de algunos de los más importantes) que todas las localidades quieren porque atraen turistas y mueven grandes sumas de dinero y a pesar de que conlleven serios problemas de seguridad, reclamen subvenciones, blanqueen marcas, dañen el medio ambiente, exploten a artistas y trabajadores y saqueen y maltraten al público, dejando de cumplir esa misión que la cultura tiene como factor capaz de articular territorio y de atender (bien) a personas. De esa forma, la idea de festival como espacio para disfrutar de la música en grupo y de relacionarse fuera del ámbito laboral en un espacio en el que la cultura es elemento central, pierde su esencia y, por ello, la administración debería replantear su actuación en este campo. Nuestra ciudad, donde ahora se celebran los festivales Tribu y Zurbarán Rock, conoce un precedente de interés en las fiestas de 1975.

En el pregón de aquellas fiestas, Victoriano Crémer invocó a Burgos como paraíso encontrado entre la niebla porque, entonces, entre niebla se movía una sociedad hastiada de una dictadura tan larga, tan de cárcel y cerrojo. Y en el programa festivo del 6 de julio se contemplaba en la plaza de toros un macroconcierto, Las Primeras Quince horas de Pop en Burgos. 

El macroconcierto lo había acordado un polémico promotor con el concejal de Fiestas, García Martín, porque ningún otro Ayuntamiento -decía el promotor– había querido asumir llenar la ciudad de «melenudos y de lo que algunos llaman gentes de mal vivir». El concierto no supuso ningún éxito, pero García Martín fue valiente en la apuesta de celebrar ese encuentro de melómanos melenudos en el que intervendrían 17 grupos e intérpretes a partir de las 12 del mediodía y hasta las 3 de la madrugada del día siguiente en un periodo en el que solo Canet de Mar hacía algo parecido.

Según crónica de Diego Manrique en la revista Triunfo del momento, el concierto resultó deslucido por distintos motivos de organización, técnicos y de asistencia, ya que no se alcanzó a vender ni 4.000 localidades. Y seguramente porque no tenía el encaje adecuado en una ciudad cuya prensa tampoco lo trató con ningún entusiasmo, permaneciendo incluso el despectivo titular de La Voz de Castilla, 'La Invasión de la cochambre', como identificativo de aquel espectáculo (La Cochambre) deslucido, pero que inició un camino de búsqueda de disfrute musical distinto.